Cuando se pierde un amigo, por Juan Priego

amigosCreo firmemente que todos estamos de acuerdo en que es muy triste perder un familiar o un amigo, pero hay que asumirlo con entereza cuando esta pérdida es por ley de vida a la que todos tenemos que someternos antes o después.


Cuando esta pérdida se debe a las malditas enfermedades por las que estamos amenazados, a pesar de los avances y nuevos descubrimientos en medicina, y ante las carencias cada día más precarias en los servicios de la sanidad pública, se pierde esa entereza invadiéndonos la rabia y la desesperación y rebelándonos contra todo.

 

¡La vida sigue, las injusticias también y hay que combatirlas!

 

Pero esa rabia y desesperación no la percibimos igual cuando el que se va es alguien ajeno a nuestro entorno y continuamos con lo nuestro como si tal cosa, lo que parece normal, aunque no debiera de serlo.


He reflexionado y escrito tanto sobre la amistad, que ahora estaba reflexionando sobre las circunstancias en las que se pierden algunos amigos y también he podido comprobar desgraciadamente, cómo también se pueden perder amigos por maneras de pensar y de actuar en estos convulsos tiempos que estamos atravesando, a todas luces orquestados, dirigidos y propagados por los que mueven los hilos en estos días y que son los mismos que lo han hecho siempre.


¡La vida sigue, las injusticias también y hay que combatirlas!


Cuando te rebelas contra estas maniobras y te manifiestas abiertamente contra ellas, si bien es verdad que te sientes liberado y reconfortado, también lo es que te sientes mal mirado por muchos que sí están a favor de esas maniobras y bulos y que están en contra de los pocos que nos rebelamos, pero se aguanta sin ningún problema, porque lo que importa es la conciencia.


¡La vida sigue, las injusticias también y hay que combatirlas!

Cuando ese defensor de bulos que te mira mal es un amigo, con tus mismos orígenes y vivencias y, compruebas como se ha ido contaminando y casi sin darse cuenta se ha convertido en simpatizante (cuando no votante) de la fachosfera, la cosa cambia y la sensación es muy diferente y ahí también hay que ser valiente, coherente y consecuente para tomar decisiones por muy dolorosas que sean y hay que pensar en repartir ese trocito de amistad entre los demás amigos, sin que afecte para nada al sentimiento de que la amistad es lo más hermoso.

 

¡La vida sigue, las injusticias también y hay que combatirlas!


Esto me motiva y me inspira a escribir este selfi o autorretrato que quisiera compartir con lectores y amigos:

Yo soy ese y soy aquel
y soy Juan el trovador,
de ello son muchos testigos
que con pluma y un papel
y con respeto y humor,
va y retrata a sus amigos.


Y también los atropellos
de tantos facinerosos
retratando a todos ellos
cual reptiles venenosos.


Yo crecí en la barriada
de Los Olivos Borrachos
bajo una cruz y una espada
con muchachas y muchachos.


Con la cruz y escapularios
con la Falange y las JONS
y muchos en los armarios
con más miedo que el copón.


Yo elegí salir de España,
me convertí en emigrante,
trabajé con garra y saña
y lo aproveché bastante.


Te muestro esta pincelada
de mi andar por esta vida,
que siempre ha sido añorada
desde el punto de partida.


Aquí está mi autorretrato
un selfie es como se llama
y me ha salido en un rato
mientras descanso en mi cama.
…………..

Juan Priego

diciembre 2024

En la cocina con la pata quebrada, por Pepe Morales

con la pata quebradaConviene mirar al pasado para comprender el presente. Las personas adultas pueden hacerlo desde la atalaya de la memoria, pero es aconsejable contrastar, con precaución, los recuerdos acudiendo a fuentes fiables como estudios, monografías o hemerotecas. La memoria joven debiera recurrir a memorias de confianza y extremar las precauciones ante los cantos de sirena de las redes sociales e influencers sin escrúpulos. En todo caso, mirar al pasado o al presente con el cristal inamovible de la soberbia es poner vendas en los ojos.


Ayuda también a comprender el presente analizar quiénes toman posiciones a favor o en contra de determinados comportamientos ante los que la equidistancia supone una toma de partido. Es habitual que las posiciones conservadoras se opongan a las que miran al futuro, al progreso. Es lícito, y hasta conveniente, preguntarse qué pretenden conservar unos y a qué tipo de futuro apuntan otros. Si lo conservador atiende a privilegiar a unas personas sobre otras, la desigualdad es el precio a pagar. Todo progreso deberá buscar la igualdad.


Cada vez que las posiciones conservadoras ven zozobrar ciertos privilegios, hay feroces ataques a la igualdad con el fin de impedir el avance social, el progreso. Los ataques suelen ir acompañados de campañas que ensalzan, edulcorando o negando las consecuencias de la desigualdad, unas supuestas ventajas del privilegio para la víctima. Aunque existe en muchos niveles de las relaciones sociales, es en el binomio hombre/mujer donde mejor se ejemplifica históricamente la dialéctica privilegio/igualdad que enfrenta tradición y progreso.


Hoy se está produciendo un ataque furibundo a la igualdad entre hombres y mujeres, entre mujeres que quieren la igualdad y hombres que quieren conservar sus privilegios. Mirar al pasado puede dar pistas sobre cómo la tradición asigna una supremacía al hombre desde el derecho civil y el canónico, ideados e impuestos por hombres. La memoria, los estudios y la hemeroteca ilustran sobre cosas de anteayer, como la “licencia marital”, el Patronato de Protección a la Mujer o la Sección Femenina, que explican los ataques conservadores hoy.


Observar quiénes abanderan y protagonizan estos ataques también ayuda a comprender qué posición del tablero social ocupan. Es habitual que el supremacismo machista vaya acompañado de la supremacía racista, homófoba, cultural y religiosa, un kit imprescindible para librar la guerra cultural desde la trinchera conservadora. Es el mismo armamento que siempre le ha dado buenos resultados, y buenos dividendos, a una extrema derecha capaz de mentir y manipular para conseguir su objetivo de enfrentar al pobre con otro más pobre.


Aspirar a la igualdad es muy distinto a imponer los privilegios, es la diferencia entre apostar por el progreso y hacerlo por la desigualdad. Para imponerlos, la ideología conservadora se vale de artimañas como pedir la mano hincando la rodilla y ofreciendo un anillo para cerrar el trato como en una operación comercial. La mujer se deja seducir, y comprar, por un apuesto príncipe de cuento de hadas como sucede en Blancanieves, Cenicienta o Barbie, icono tóxico de la feminidad machista que prima curvas, pasta y postureo sobre el intelecto.


Cualquiera tiene una madre que puede evocar la España de los 60 y 70, cuando al príncipe se le iba la mano con ella y el deseo con otras. Cualquier abuela puede evocar rapados, ricino, violaciones, fusilamientos y robo de hijos y cualquier bisabuela su reconocimiento como persona y la conquista del voto. Es importante para la ideología conservadora borrar a la mujer de la historia y recluirla en el ámbito privado bajo tutela. El refranero conservador lo recoge en “La mujer y la sartén en la cocina están bien” y “En casa con la pata quebrada”.

Pepe Morales


 

Eso de ser europeo, por Juan Priego

union europea europaPara demasiada gente sigue sin estar claro lo que significa ser europeo y sólo ven la parte económica que puede representar para su bolsillo. Eso de los derechos humanos, de las políticas o de los avances se les queda lejos desgraciadamente.


Días pasados, un amigo de la niñez preguntaba en un grupo de WhatsApp de antiguos alumnos de una Escuela de Aprendices, por si alguien le podía aclarar qué, si somos europeos, cuando se van a equiparar los sueldos con el resto de Europa.


Eso me llevó a la siguiente reflexión: Siempre que pienso, intento hacerlo para buscar claridad y no para complicarme más aún de lo que ya estaba. Para eso, necesito simplificar e irme a lo más sencillo posible, pensando que no sé ni soy, más ni menos que nadie.


Yo diría que me da lo mismo el ser europeo que mediopensionista, que me siento ciudadano del mundo y que pienso que cualquier persona sea de donde sea, debería tener los mismos derechos y la misma obligación: Se debe ser buena persona y no sentirse superior a nadie, aunque haya tenido la oportunidad y el privilegio de tener más que otros y aunque se lo haya ganado con su propio esfuerzo. Este esfuerzo, como no podía ser de otra manera, te dará el derecho a tener más y mejores elementos materiales, pero nunca debería darte más derechos humanos que a los demás mortales, que siempre deberían tener la protección de La Sociedad, para tener una vida digna por el mero hecho de ser seres humanos. Un poquito de más equilibrio en la vida, haría que ésta fuera más digna de lo que es.


Lo que, seguro que nadie se ganó por sí mismo, fue nacer en un determinado país, o en una determinada familia y seguro que, el que no tuvo esa suerte, no fue por culpa suya mientras estaba en el útero de su madre. Cuando pensamos en algún tema que nos atañe, solemos pensar preferentemente en los frutos y en la manera en la que afecta a nuestros bolsillos y no entramos a valorar y analizar otros muchos factores que intervienen, por ejemplo “En eso de ser europeos”.


Casi nadie duda hoy en día (salvo algunos fanáticos nostálgicos de dictadores), que ser europeos ha sido muy importante para España y que sería imposible imaginarnos actualmente, fuera de nuestra Comunidad Económica Europea.


Ya lo de los sueldos y otros “detalles”, depende en parte de otros factores, como por ejemplo los políticos que nos gobiernen y que, no nos olvidemos que los votamos nosotros, donde hay esa suerte, que muchas veces no sabemos aprovechar.


Y el que quiera reflexionar con la cabeza y no con “otras cosas”, sabrá que con otros políticos tendríamos menos pensión, menos sueldo base y menos derechos, y eso ya quedó ampliamente demostrado. Pensando en que debiera haber más equilibrio en la vida, me sale esta reflexión:


El equilibrio en la vida

El equilibrio en la vida
da salud y bienestar,
la fórmula más querida
que a nadie le va a fallar.


Lo que entra y lo que sale
es básico e importante,
lo que sobra nada vale
ni te mejora el talante.


Hay algo en la economía
que tiene algunos matices,
porque cualquiera querría
que quede para "perdices".


Pero, que no sobre tanto
que no puedas disfrutar,
no ocasiones un quebranto
ni hagas a nadie llorar.


Si ese equilibrio persigues
verás más felicidad
y seguro que consigues
más nobleza y más verdad.


Así que, no amases tanto
ten un poco de mesura.
no hace falta ser un santo…
¡Solo es cuestión de cordura!
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Juan Priego

marzo 2025

Carnaval Moreno Bonilla, por Pepe Morales

moreno bonilla 28fLa cosa está muy revuelta desde que la derecha “sin complejos”, la que exigió Aznar, se ha venido arriba de la manera que lo está haciendo, en muchos casos “sin ética ni vergüenza” y muchas veces “sin piedad”. Se ha venido tan arriba que un comando ultra y malafollá ha tenido la desfachatez de asaltar el teatro Falla en un alarde de extrema ridiculez para mostrar su posición ideológica y su carencia racional ante un público que no le ríe la gracia a esa derecha heredera y reivindicadora de aquella que prohibió los carnavales en España.

Pero la cosa es seria, seria en extremo, y va más allá de la chirigota negacionista; tan seria como que payasos del circo parlamentario nacional, como Abascal y parte del PP, aplauden nada menos que los gestos y la ideología que reivindican la vuelta al nazismo de la mano amenazadora del matón sectario Trump, la mentira de Wall Street y la manipulación de Silicon Valley. Pero, mientras nos llevan a la guerra el enemigo norteamericano y la derecha armamentística europea, echemos un vistazo al carnaval político de la Junta de Andalucía.

El presidente Moreno Bonilla se ha disfrazado y presume de ser más andalucista que Blas Infante. Desde que llegó al poder, con Vox de punto de apoyo y Ciudadanos de muleta, no ha parado de apropiarse de la simbología andaluza, aunque ese disfraz no le basta para enmascarar su práctica neoliberal respecto a los servicios públicos. A la vez que inventa el día de la bandera para el 4 D, bandera en la que no cree su derecha desacomplejada, se dedica a desnudar a seis provincias para vestir de plata y oro a su Málaga y a su Sevilla.

El carnaval de Moreno Bonilla tiene fechas señaladas, una de ellas el 28F. De 2017 a 2024, sólo nombró a Lola Flores Hija Predilecta de Andalucía, el resto fueron hombres, en la línea del PSOE (excepto con Griñán). Este año ha nombrado a Pilar Manchón Portillo, experta en IA, junto a Jesús Navas, experto en el pateo de balones. Las Medallas de Andalucía, en cambio, son un cajón de sastre en el que los otorgantes (del PP o del PSOE, da igual) ejercen el populismo al por mayor, con un revoltillo de folclorismo y talento difícil de asimilar.

Como medallista de Andalucía 2025, la astrofísica cordobesa Casiana Muñoz Tuñón le ha dicho al presidente “que hay que saber, que hay que conocer, que hay que investigar y que hay que hacer ciencia”, discurso revolucionario en tiempos de negacionistas, antivacunas y terraplanistas tan del gusto de esa derecha sin complejos disfrazada de andalucismo. El medallista Manu Sánchez aprovechó la mascarada para espetarle a quien está demoliendo la Sanidad Pública andaluza: “mimemos, cuidemos y protejamos nuestra sanidad pública”.

Después de don Carnal, llegará doña Cuaresma. Ya se verá si la máscara blanquiverde tapa el desvío de dinero público a bolsillos privados o la tendencia a amañar contratos públicos con tufo a convoluto. El viacrucis judicial tiene estación de penitencia en los contratos a dedo del SAS acogidos a un decreto derogado, en el agujero de 1,2 millones sin justificar en ayudas a hoteles afectados por el Covid-19, o en el fraccionamiento indebido y fraudulento de contratos con farmacéuticas, como la que paga a su mujer, para eludir la Ley.


El disfraz moderado tampoco tapa los ramalazos de Moreno Bonilla al estilo Milei, metiendo la motosierra al Parque de las Ciencias de Granada o a las universidades públicas mientras bendice universidades privadas, de esas que se localizan en bajos y centros comerciales y que cuentan con un capital social de 3.000 €. Y, como el retardado mental porteño, alguien en la Junta ha preguntado sin inmutarse “¿para qué quiere un niño con autismo personal técnico en integración social, para que le enseñe a mover la lengua enfrente del espejo?”.

Pepe Morales

Saga Bond: Roger Moore (y VII), por Julián Valle Rivas

panorama para matarCuando se complica el dar con un actor de la edad adecuada como para encarnar un villano que desafíe de un modo creíble al héroe, se sinceraba Roger Moore unos quince años después, honesto, y cuando las protagonistas femeninas tienen la edad que tenía tu madre al comenzar la saga, sabes que ha llegado el momento de dejarlo. Y había llegado el momento de dejarlo, decisión que los productores comprendieron. «Panorama para matar» (1985) sería la última película de 007 protagonizada por Roger Moore, séptima en su filmografía personal, y aún no superada en número… Y todos tan amigos.


    Albert R. Broccoli se seguía enorgulleciendo de disponer de un producto que, pasadas más de dos décadas, todavía era demandado por el público. Algo deberían estar haciendo bien. Y no le faltaba razón. Por su parte, Michael G. Wilson, ascendido a coproductor, al flanco de su padrastro Broccoli (no se cuestionaba quién sería su legatario), se arrogaba el reto como una reválida bianual, a merced del voto del público.


    Adaptados a ese peculiar método de construcción del guión, el director John Glen y Wilson viajaron por el mundo para seleccionar localizaciones, a partir de las cuales iban ideando escenas para la historia. Un guión, como venía siendo habitual desde que entraron en los setenta, formado de retazos que luego Wilson y Richard Maibaum, guionistas oficiales, cosían hasta confeccionar un largometraje, como una modista cosía las piezas de tela hasta confeccionar un traje y el doctor Frankenstein cosía los fragmentos humanos hasta confeccionar a su monstruo. O sea, el método, si bien se podía tildar de eficaz, era susceptible de arrastrar consecuencias positivas y negativas. Con independencia de ello, para la decimocuarta entrega, sólo conservaron el título de un relato de Ian Fleming, al extremo de ser la única película que abre con un descargo de responsabilidad en torno al nombre de Zorin, el cual entraría en conflicto con una empresa de Silicon Valley o con el diseñador Zoran Dobric (crimen nefando, sumaría yo, desdeñar afección a Thorin Escudo de Roble). Ejemplo de esa sumaria improvisación en la guionización fue el personaje de Tibbett, reescrito al completo cuando Barbara Broccoli se empecinó en incluir a su amigo Patrick Macnee, conocido por su serie «Los vengadores» (1961-1969), a quien unía también la amistad con Moore, al rodar en platos vecinos sus respectivas series en aquellos años sesenta.


    Anclado el apartado interpretativo, Christopher Walken parecía no demandar credenciales: había ganado un Óscar por «El cazador» (Michael Cimino, 1978) y estrenado «La zona muerta» (David Cronenberg, 1983). Tampoco la bellísima Tanya Roberts, que había sustituido a Shelley Hack en la última temporada de «Los ángeles de Charlie» (1976-1981), y en el contexto de aquella especie de reciclaje de actrices que padeció la producción con frecuencia. Grace Jones ya era un personaje «per se», muy popular en aquella mitad de los años ochenta. En cambio, Alison Doody, contratada para el papel secundario de Jenny Flex, no adoptaría uno principal hasta interpretar a Elsa Schneider, en «Indiana Jones y la última cruzada» (Steven Spielberg, 1989). Los míticos Desmond Llewelyn y Lois Maxwell (sin el parche de la asistente) tenían sus parcelas reservadas, Robert Brown consolidó plaza. Maud Adams, de visita, fue extra en la escena del mercado de San Francisco y un veinteañero Dolph Lundgren consta acreditado como uno de los guardaespaldas del general Gogol.


    La producción no quedó exenta de percances. Agendado el plató 007 de los estudios Pinewood para cuando Ridley Scott concluyera sus escenas de «Legend», sufrió un incendio que lo arrasó, ante la desesperación del diseñador de producción Peter Lamont, cuyo programa de trabajo quedó desquiciado. La decisión de Broccoli fue indiscutible: se reconstruiría el plató. Arqueados por los cálculos de un mes para limpiar los escombros y tres meses para levantar el nuevo plató, el director principal, John Glen, y el de la segunda unidad, Arthur Wooster, dejaron a su suerte a Willy Bogner para que rodara sus locuras sobre la nieve, auspiciado por el especialista Ed Lincold, a quien le sobró con encañonar los patines frontales de una moto de nieve para sugerir usar uno como «snowboard». En París, los inconvenientes fueron reiterativos, dadas las localizaciones. La mediación del productor asociado francés Serge Touboul ganó voluntades, confianzas y permisos, los cuales se pusieron en riesgo cuando la moda de los saltos en paracaídas desde edificios emblemáticos (y una probable filtración de la producción) hizo que una pareja saltara desde la Torre Eiffel. Hubo que reconquistar voluntades, confianzas y permisos, y discurrir al milímetro el salto de BJ Worth y su coordinación con Wooster, por la figura pseudopiramidal de la Torre, matematizada por Wilson (un tipo apto para todo). Grabada una buena toma a la primera, Broccoli se negó a repetir el salto, y aquí aparece Don Caltvedt. Era el paracaidista preparado para eso, para repetir el salto detrás de Worth, y se quedó con las ganas, por lo que, ni corto ni perezoso, al día siguiente, se plantó en la Torre, desconociendo que el equipo seguía trabajando. No le importó y, ante la estupefacción de Glen, Wooster, Broccoli y demás, realizó su salto desde la Torre Eiffel. La estúpida chiquillada casi le cuesta a la producción el rodaje en París. Caltvedt, quien, más tarde, contaba con franqueza la anécdota (despreocupación inexorable dosificada de orgullo y reconocimiento de culpa), fue fulminantemente despedido por Worth. Tercera conquista de París tocaba. Muchísimo menos quisquillosos los de San Francisco, encantados con la producción en y promoción de la ciudad. Su alcaldesa, Dianne Feinstein, no escatimó atenciones ni concesiones. Ni para que Wooster rodara durante varias noches la persecución policial, ni para utilizar un camión de bomberos, ni para aprovechar el levadizo del puente, ni para incendiar el Ayuntamiento… Lo que hiciera falta. Con lo que el equipo debía gestionar el máximo cuidado era con el Rolls-Royce manejado por Tibbett, propiedad, oro en paño, de Broccoli. Productor que disfrutó de su protagonismo y homenaje, cuando se inauguró con pompa el nuevo plató en Pinewood, al cual se le dio el nombre de «Albert R. Broccoli 007».


    En la actualidad, los efectos digitales dominan la industria cinematográfica, relegando al polvo del olvido a los efectos especiales. La informática ha suplido a la artesanía. Sin embargo, en aquellos años ochenta, la saga se vanagloriaba de sus efectos artísticos y especiales, que, en cada entrega, derrotaban a los de la anterior. Aquí, Peter Lamont y John Fenner culminaron unos interiores en plató magníficos, con esa mina que John Richardson y su equipo inundaron con miles de litros de agua, salpicados de cortocircuitos. Rémy Julienne y los suyos lograron lo imposible en la persecución en coche por París. Maquetas a escala del helicóptero, el zepelín y el puente de San Francisco; reproducción de la sección superior de uno de los pilares del puente. El batiscafo camuflado de iceberg. La localización del palacio y caballerizas de Chantilly, de tamaña inmensidad que apenas encaja en plano. Diseños y efectos vigentes hoy, con cuarenta añazos, en su plenitud, brillantes y plausibles, paradigmáticos. No iban en zaga la fotografía de Alan Hume o la música de John Barry. Sí desentona, para mi gusto, la canción principal de la banda Duran Duran, que califico como de las peores de la saga, por muy en boga que estuviera el grupo durante el estreno de «Panorama para matar», en 1985.


    A la búsqueda de 003, James Bond, 007, encuentra su cadáver bajo una cegadora capa de nieve siberiana, y recupera, del cuerpo inerte, petrificado de congelación, de su compañero, un microchip. En la sede del MI6, escena precedida de una vibrante persecución por la nieve de la que Bond sale airoso del mortal hostigamiento del temible ejército soviético (con catorce películas, el espectador sabe que el Agente británico es el mejor esquiador del mundo) y de un coqueteo marca de la casa con Moneypenny (Lois Maxwell), entre M (Robert Brown), el Ministro de Defensa (Geoffrey Keen) y Q (Desmond Llewelyn), esclarecen a 007 que el microchip es una réplica exacta de un modelo resistente al pulso electromagnético que para el Gobierno británico está desarrollando una empresa presidida por el francés Max Zorin (Christopher Walken), de manera que debe haber un espía infiltrado en la compañía, probablemente, soviético. La misión de Bond será investigar a Zorin y su empresa. Para un primer sondeo, el grupo acude a la carrera de caballos Royal Ascot, pues Zorin es un aficionado y reconocido criador de estos animales, ardid que servirá para la toma de contacto. Allí, M presenta a sir Godfrey Tibbett (Patrick Macnee), agente y experto en caballos, quien colaborará con 007 y que informa de que tiene a un detective investigando sobre el terreno y de que, además, Zorin es sospechoso de dopar a sus caballos. Reunido 007 en el restaurante de la Torre Eiffel (París, claro) con el detective Achille Aubergine (Jean Rougerie), éste es asesinado por May Day (Grace Jones), estrambótica secuaz y lugarteniente de Zorin, tercio entrenadora, tercio amante y tercio sicaria, sin desvelarle poco más que unos orígenes alemanes y la ausencia de pruebas sobre el dopaje. Consumado el chascarrillo de rigor, sale presto 007 tras May Day, quien salta en paracaídas desde la Torre, planeando sobre la ciudad y el Sena. Bond inicia, entonces, una trepidante y espectacular persecución en coche por la orilla del río, tratando de dar caza a la asesina sin conseguirlo. Así, Bond asumirá el rol de un aristócrata interesado en la compra de caballos de raza, para, acompañado de Tibbett, asistir a la venta que Zorin ha organizado en su palacio con caballerizas (un cotijillo en mitad de la campiña francesa). Se detiene aquí la trama para avanzar con pausa, cómo Bond y Tibbett descubren la sala oculta de dopaje, mediante la inserción quirúrgica a los caballos de una inyección que se inocula con un remoto incorporado al bastón de Zorin; cómo se introduce en la narración la historia de la bella y enigmática Stacey Sutton (Tanya Roberts), y el talón que Zorin le extiende; cómo Bond y Tibbett son desenmascarados; cómo el primero, esperanzado en una vana coartada, disfruta de una noche sicalíptica con May Day, y el segundo, pretendiendo comunicarse con el MI6, perece en las asesinas manos de la misma; cómo Bond cae en la trampa de Zorin, en una carrera de caballos amañada y un animal operado con un activador manipulado por el villano y, creyéndose liberado, termina inconsciente junto al cadáver de Tibbett en el Rolls-Royce empleado por ambos para su tapadera; cómo los malísimos hunden el coche con los cuerpos en un lago y 007 recupera la consciencia bajo el agua, sale del vehículo y se mantiene inmerso aguardando a que sus verdugos se retiren mientras aspira el aire de uno de los neumáticos. Ciertamente, Zorin es un agente del KGB, aunque transmite al propio general Gogol (Walter Gotell) su abandono del servicio, lo que enfurruña al viejo general, quien espiará al renegado a través de la agente Pola Ivanova (Fiona Fullerton). En el ínterin, Zorin explicará a sus nuevos socios su plan maestro «Hallazgo principal» (acabar con Silicon Valley, para hacerse con el mercado mundial de microchips), que cada uno habrá de financiar con cien millones, aquél que se niegue dispone de salida directa de su zepelín a los cielos. Sobre la pista de los tejemanejes de Zorin en San Francisco, viaja Bond hasta la ciudad, donde el agente de la CIA Chuck Lee (David Yip) le entera de que el francés es, en realidad, el resultado de unos experimentos genéticos llevados a cabo por el doctor nazi Carl Mortner (Willoughby Gray), de ahí su condición psicopática. Con una seductora añagaza, Bond hurta a Ivanova la conversación grabada que revela que la ejecución del plan de Zorin será inminente, por lo cual visita el Ayuntamiento de San Francisco para obtener datos de la actividad de Zorin, cuya central petrolera bombea agua, operación beneficiosa para la ciudad que escama al Agente británico. Éste se percata que en el Ayuntamiento trabaja Stacey Sutton, geóloga cuya fortuna familiar ha sido arrebatada por Zorin, quien todavía la acosa para que le venda sus acciones petrolíferas. Precisamente, 007 la protegerá de una incursión de los mercenarios de Zorin en su casa y la auxiliará para escapar de la enésima trampa del malvado, la cual supone asesinar al funcionario del Ayuntamiento e incendiar el edificio con ellos atrapados dentro. A fin de evitar perder el tiempo con aclaraciones a la policía, Bond y Stacey cogerán en empréstito un camión de bomberos, recreando para el espectador otra vertiginosa y emocionante persecución por las calles de San Francisco, con mucho coche patrulla destrozado y el levadizo del puente implicado. En esto, se destapa el objetivo de Zorin: llenar de agua las fallas y, con una fortísima explosión, provocar un terremoto que inunde todo Silicon Valley. Y allá que irán Bond y Stacey, dispuestos a abortar el proyecto, adentrándose en la mina del réprobo. Gracias a la inestimable cooperación de May Day, que acomete con su vida la redención, traicionada por la obstinación psicopática de Zorin, al anegar la mina y aniquilar a cualquier persona sin miramiento, la bomba explota fuera del subsuelo e impide la tragedia. Zorin, ciego de ira, secuestra a Stacey con su zepelín. Una acrobacia circense, una dosis de arrojo y el apoyo del emblemático puente de San Francisco valdrán a Bond para rescatar a Stacey y finiquitar definitivamente al reducto villanesco. Se antoja redundante dilucidar, en este punto de cierre, la última escena del filme. El compromiso impone narrar que Gogol, adunado con M, va a entregar la Orden de Lenin a Bond, convirtiéndose en el primer ciudadano no soviético en recibirla. ¿Dónde está 007?, se preguntan, intrigados. La cuestión revierte en Q, que se halla vigilando la casa de Stacey y se los tropieza (o su sistema de videocámara)… bueno… acarameladitos en la ducha.


    «Panorama para matar» es la acción artesanal a la enésima potencia, es el diseño de producción y el artístico meritorios, es el conjunto de chascarrillos medidos, es un Moore en su papel y es una trama inteligente y poderosa, contemporánea, en su época, como acostumbra la saga. Las críticas negativas he de endosárselas (otra vez, apostillaría) al desarrollo narrativo del guión, a esa jaquecosa manía de escribirlo a fracciones, dificultando su afianzamiento y firmeza, su compactibilidad (esas líneas en las que se constriñe el título de la película lo rematan); a la penosa, desafortunada, funesta interpretación de Tanya Roberts, que ni transmite, ni emite, ni gesticula, ni matiza, y que contrasta con momentos de histrionismo fatídico (histrionismo que sí se ajusta al personaje de Grace Jones, aunque agota y satura); a ese Christopher Walken de complementación curricular; y a unas escenas de acción rodadas tan al detalle que el protagonismo de los especialistas es axiomático y su presencia en pantalla, identificable. No obstante, «Panorama para matar» resulta un largometraje visual, frenético y complaciente, continúa ofreciendo a la saga algunas las cardinales premisas características, y una despedida para Roger Moore, quien borró aquella aterradora o alarmante aura de mitificación de Sean Connery, aceptable.


Julián Valle Rivas

El que nace lechón, muere cochino, por Juan Priego

lechon lechones cerdoBuscando información veraz para poder tener cierta opinión sobre temas de actualidad, se lleva uno alegrías y disgustos. Hay de todo como en botica y se traduce en el estado de ánimo y en las reflexiones que acuden a la mente, y estos días me daba una vuelta por las pocas fuentes de información que van quedando sin bulos.

La otra tarde, sentado en el coche aparcado, esperando la hora de entrar a la piscina para mi diaria sesión de ejercicios en el agua, escuchaba en la radio un programa titulado “Noticias del mundo today” con noticias figuradas, con bastante sorna e ironía, lo que es de agradecer en estos tiempos que corren.


Contagiado por ese humor, he aquí algunas noticias figuradas de mi cosecha particular: Santiago Abascal prepara una nueva reunión en Madrid con Milei (esta vez sin la motosierra) para explicar a los españoles espabilados cómo se hace ahora el timo de la estampita para gente con ansias por enriquecerse vertiginosamente, y abre el plazo de inscripciones para todos los simpatizantes y fieles afines a estos “demócratas”.


Última hora: No está confirmado si esta noticia es un bulo, pero fuentes bien informadas, aseguran que es un aviso a navegantes por esas aguas infectadas de tiburones y bacterias peligrosas. Se anuncia, que el señor Milei recibirá una nueva medalla de la señora Ayuso. Queda prohibido el acceso a zurdos malvados y a simpatizantes del “Sanchismo”.

Noticias del circo judicial: El juez Peinado cierra la causa judicial contra Begoña e ingresa voluntariamente en un centro de desintoxicación mental y queda muy gratamente sorprendido al encontrar allí a su homólogo Ángel Hurtado, el juez que lleva la causa contra el fiscal general, para recibir un tratamiento intensivo.


Se anuncia una ampliación de este Centro, ante la esperada avalancha de miembros de “tan honorable casta” para recibir el mismo tratamiento. Asimismo, se anuncian cursos muy avanzados contando con las nuevas tecnologías, incluida la Inteligencia Artificial, para dirigentes e infiltrados en política y periodismo, con el objetivo de buscar nuevas tácticas para afrontar los nuevos retos de “El que pueda hacer que haga”. Tontería que lo intenten: EL QUE NACE LECHÓN, MUERE COCHINO.


Anoche, mientras veía en Internet la reproducción de la reciente comparecencia del fiscal general del Estado en el Senado para responder a las preguntas de los senadores de los distintos partidos de la democracia española, no podía dar crédito al comportamiento de algunos interpelando al más alto representante de los fiscales españoles y después de intentar digerirlo, me explotaba esta breve reflexión:


Los malvados
Aquellos que son malvados
no lo pueden remediar
siempre están empecinados
en dañar y amedrentar.


Lo hacen por puro gozo
odian a la humanidad
van haciendo gran destrozo
y hacen valer su maldad.


En esta cena de gala
con profusión de invitados
contemplando a esta rehala…
¡Qué cantidad de malvados!


No preguntes la razón
porque no la has de encontrar
y el que le otorga el perdón…
¡Siempre lo va a lamentar!

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Juan Priego

febrero 2025

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