Fachas y patriotas, por Pepe Morales

pulsera españaLos patriotas de la España que trabaja –los hay a mogollón– acuden cada día a su puesto de trabajo. Con jornadas de 10 y más horas, con sueldos y condiciones laborales indignas de seres humanos, soportan la violencia estructural sobre ellos y sus familias por parte del racismo facha. El patriota que trabaja abre todos los días la frutería, la barbería, el bazar de barrio… acude a tajos que los españoles de bien rechazan, cuida a las personas mayores a cambio de unas pocas lentejas… y, ¡oh prodigio!, ahorra dinero para enviar a sus familiares.


Nada que ver con los fachas de misa dominical y pulserita rojigualda que montan partidos financiados por el terrorismo islamista o gobiernos extranjeros para su lucro personal, o con los que disfrutan el dinero con el que cryptoestafadores compran su actividad política, o con los que centran su actividad institucional en demoler el estado del bienestar. Nada que ver con el facha que contrata en negro mano de obra negra, musulmana y sin derechos. Nada que ver con el facha cotizante a la Seguridad Social en exclusiva por sus paguitas políticas.


Los patriotas que trabajan son perseguidos, acosados, hostigados y agredidos por fachas de banderita que no creen en la Constitución, cuyo artículo 14 es la antítesis de su ideología radical, próxima al fascismo y contraria a la Democracia. No sólo declaran enemigos de su estrecha y excluyente patria a quienes nacen en otro país o tienen distinto color de piel y diferente religión, también a las mujeres, a quienes participan de la diversidad afectiva y a quienes opinan desde la pluralidad de pensamiento. La pulserita rojigualda es Marca Facha.


Los fachas de banderita rojigualda piden la remigración para los extranjeros, sin renunciar a la vía de la violencia, como llevan intentando desde los tiempos de los Reyes Católicos y la Inquisición. Se trata de una medida nazi que no se merece ni la escoria como Ortega Smith, Bertrand Ndongo, Hermann Tertsch o Ignacio Garriga. Ponen como excusa para deportar a 8.000.000 de personas la no adaptación a la cultura y las tradiciones españolas y el peligro que suponen para la convivencia. Para peligro inminente, el del facha patriota de hojalata.


La España que trabaja soporta los bulos y la desinformación con que las redes sociales y los medios de derechas dibujan dianas para que descerebradas hordas de cabezas rapadas obedezcan el mandato de sicarios de la extrema derecha para violar en manada, quemar viviendas o cazar personas en un Torre Pacheco cualquiera. Estos medios, estos sicarios y estas patrullas son el peligro facha que amenaza a la sociedad, a la Humanidad, como una reedición de lo sufrido en Europa con Hitler, Mussolini y Franco. La amenaza no es foránea.


Los patriotas explotados por los fachas de pulserita rojigualda lo hacen en condiciones muy precarias, a menudo en un régimen esclavista que los abandona malheridos en la puerta de un centro de salud o los entierra en la finca donde trabajaban. Las patriotas explotadas por los fachas de pulserita rojigualda lo hacen en condiciones muy precarias, a menudo en régimen de esclavismo feudal, con derecho de pernada del patrón en invernaderos o casas donde malviven su vida en clausura mal pagada bajo el eufemismo de “interna doméstica”.


Los patriotas que trabajan agradecen a sus dioses haber sobrevivido a hambrunas, guerras y arriesgadas travesías de cementerios marinos. El facha de pulserita rojigualda agradece a su dios la pertenencia a la raza blanca y paga a la iglesia, en negro, el posicionamiento, una vez más, de la Conferencia Episcopal con los valores de la extrema derecha. Las pulseritas rojigualdas son parte de la parafernalia ideológica de los fachas que empuñan cadenas, bates de béisbol, puños americanos, machetes y botellas incendiarias para imponer su ley.

Pepe Morales

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