William Walker, por Pepe Morales
No es nada nuevo. Sólo basta con leer algo de historia, de literatura o de filosofía para comprender el pasado, entender el presente y poder prevenir el futuro. ¿Leer? España y el mundo leen poco y gran parte de la ciudadanía tiene dificultades con los rudimentos de la lectura comprensiva. A ello se añade el problema de qué leer. En un momento de saturación informativa y desprecio a la Cultura, un porcentaje muy elevado de la información que circula en los medios de comunicación y en las redes sociales es desinformación o bulos.
A nada que se lee un poco de historia, literatura y filosofía, se comprenden muchas cosas de las que se cuecen en ambas orillas del Mediterraneo, en Europa y Oriente Medio, cuna de nuestras ancestrales raíces históricas, literarias, filosóficas… y bélicas. La novedad es la injerencia de EE.UU., no tan nueva si se lee un poco. Ese país nació de la sangre y el dinero, sangre de los pueblos indígenas y de la migración no anglosajona: el supremacismo blanco, casi ario, es quizás uno de los rasgos más reconocibles de su cultura imperial.
A nada que se lea un poco, se comprobará que el dinero es el dios único y verdadero al que adoran los yanquis y el capitalismo su religión única, verdadera y, como todas, sangrienta. Desde su creación, los EE.UU. han matado y saqueado a todo lo largo y ancho del mundo con el único objetivo de apropiarse de recursos naturales y derribar gobiernos que etiquetan como enemigos potenciales. Han pasado de matar con sus ejércitos invadiendo estados, a hacer que se maten entre sí distintos países motivados por el dinero y la propaganda.
Lean. Lean algo del pionero William Walker (1824–1860). Hijo del banquero escocés James Walker y Mary Norvell, originaria de Kentucky, acabó como “filibustero”, mercenario de expediciones militares no autorizadas a otros países para fomentar revoluciones. Creía con firmeza que el 'Destino Manifiesto' de EE.UU. (someter, civilizar y regenerar a los mestizos del sur) era anexionarse el resto del continente, por lo que se lanzó a conquistar regiones centroamericanas para crear nuevos estados esclavistas y unirlos al sur norteamericano.
En 1853, reclutó a propietarios yanquis partidarios de la esclavitud para crear una colonia en México que posteriormente formara parte de los EE.UU. Con aquel ejército mercenario conquistó Sonora y Baja California y fue nombrado presidente de la "República de Sonora". Tras la conquista, se vieron obligados a retirarse a su país. En 1854, entró en Nicaragua y, mediante decretos, restableció la esclavitud, hizo del inglés el idioma oficial y fomentó la llegada de norteamericanos, además de cambiar la constitución y la bandera del país.
Tras varias operaciones en Nicaragua y Costa Rica, Walker intentó tomar Honduras, donde el coronel británico Norvell Salmon le exigió la rendición ante las autoridades británicas. En 1860, The New York Times informó sobre la ejecución de “un estadounidense” en Honduras: «Marchó desde su celda hasta el lugar de la ejecución con paso firme y semblante inquebrantable… tres soldados avanzaron y dispararon sus mosquetes… esparciendo su cerebro y su cráneo al viento». Así acabó Walker al que siguieron otros Walker hasta hoy.
Empero, la figura de Walker y sus mercenarios dejó un legado positivo en el continente que también ha llegado hasta hoy: sus invasiones ayudaron a forjar un sentimiento de orgullo y una identidad latinoamericana que el resto del mundo se empeña en ignorar. Como Monumento Nacional de Costa Rica, una escultura representa a este país, junto a Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras, luchando contra William Walker. La doctrina del ‘Destino Manifiesto’ sigue vigente, es global y amenaza con la Tercera Guerra Mundial.
Pepe Morales
Foto: MARIORDO. Monumento Nacional de Costa Rica – Louis Robert Carriére Belleuse. Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras combaten a los filibusteros.