Ser de Izquierdas o ser de derechas, por Juan Priego
Como cierre del año 2024, que algunos políticos y expolíticos han intentado enfangar con la colaboración necesaria de algunos jueces y de una parte importante de los medios de comunicación, quisiera compartir una sencilla reflexión con todas aquellas personas, que huyen de las maquinaciones y enredos y prefieren ir al grano limpio de polvo y paja y que tiene que ver con las personas:
Ser de derechas o ser de izquierdas es fácilmente definible sin andarse por las ramas. Recientemente mi hermano de barrio Alfonso Jiménez, me envió una vieja reflexión mía como recordatorio y que le he agradecido en el alma.
Viendo que sigue siendo actual y quizás oportuna, la he rescatado del olvido y le he añadido unas estrofas que me han venido a la mente, para compartirlas con mis buenos amigos y fieles lectores:
Parecerá mentira, pero hoy día, a pesar de que estamos casi en la mitad del siglo XXI, todavía habría que explicar a demasiada gente conceptos muy básicos sobre ellos mismos que no han podido descubrir por sí solos o no han querido. Simplemente por no reflexionar, por no querer mirarse en ese espejo que todos llevamos dentro.
Desde la Revolución Francesa, allá por el siglo XVIII, se asocian los términos de derecha e izquierda a las dos ideologías que definen las dos diferentes opciones políticas y que suelen representar al capitalismo, fascismo y egoísmo o bien al socialismo, comunismo y progresismo.
Después de más de ocho decenios por los caminos, cercanos o muy lejanos, y escuchar y observar el comportamiento de la mayoría de aquellos con los que me crucé, he podido llegar a una sencilla conclusión a este respecto:
Una persona es de derechas o de izquierdas, no sólo por el partido político en el que milite o al que vote, pues podría estar influenciado por otras motivaciones como el servilismo, el económico o simplemente el sentirse obligado por algún motivo.
Lo es principalmente por cómo se ve a sí mismo, cómo se siente con respecto a los demás y cómo ve a su prójimo, cómo lo trata y cómo se comporta con los que le rodean.
Si te sientes superior porque sí, por algo que has heredado directamente, o que has conseguido por motivo de esa herencia y te crees merecedor de todo aquello que a los demás les niegas, ya empiezas a ser de derechas y puedes llegar a ser hasta de extrema derecha.
Si además utilizas alguna religión o creencia para sojuzgar a inocentes, a indecisos influenciables o débiles de carácter, ya te auguro un brillante futuro económico para esta vida, dentro de esa ideología. Si, por el contrario, te sientes con los mismos derechos y la misma dignidad que los que te rodean, a pesar de posibles circunstancias adversas, bien heredadas o simplemente por el destino, lo normal es que empieces a ser de izquierdas.
Naturalmente eso no quita, que con tu esfuerzo puedas triunfar en la vida con un poco de suerte y sí, aun así, sigues tratando a tu prójimo con dignidad y cariño y deseándole lo mismo que a ti, entonces eres de izquierdas de verdad.
Si, por el contrario, el éxito te hace cambiar y empiezas a comportarte como alguien de derechas, entonces serás simplemente un farsante. Naturalmente, esto no tiene por qué ser así para siempre. Uno puede, sin duda alguna, hacer algo bueno para sí mismo, como mirarse en ese espejo interior e ir moldeándose a sí mismo.
¡No es fácil, pero tampoco imposible! Te lo dice alguien que lo educaron en Acción Católica y en el Cara al Sol diarios y que, cada día que pasa es más de izquierdas, a pesar de que le fue de maravilla en su larga vida. He aquí una reflexión al respecto:
Las niñas y niños adoctrinados
Cuando yo era un pequeñajo
era yo un buen falangista,
fan del coronel Cascajo
y del Caudillo golpista.
Era de misas tempranas
y rosarios de la aurora,
era un fiel con muchas ganas,
un creyente a cualquier hora.
En la escuela se rezaba
el Ave y el Padrenuestro
y el Cara al Sol se cantaba
sintiéndolo desde dentro.
En la Escuela de Aprendices
de una fábrica de cobre
nos sentíamos felices
aunque cualquiera era pobre.
Yo pensé en ser emigrante
y mis padres no querían,
pero me esforcé bastante
¡y al final lo conseguía!
El marchar al extranjero
fue la mejor lotería
para ganar un dinero
y aprender filosofía.
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Juan Priego
diciembre 2024